El cielo se abrió y el suelo tembló; Dalías vive unas fiestas históricas en honor al Santísimo Cristo de la Luz
Una asistencia histórica convierten las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Luz en una edición inolvidable, vivida sin incidentes y con el agradecimiento del alcalde a fuerzas de seguridad, voluntarios y vecinos

Dalías ha vivido unas fiestas para el recuerdo. En honor al Santísimo Cristo de la Luz, el municipio ha desbordado todos los pronósticos: el cielo se ha iluminado como nunca antes, el suelo ha temblado con el estruendo de más de dos toneladas de pólvora, y la asistencia ha superado todas las cifras de ediciones precedentes.
Desde los primeros días hasta el gran domingo, Dalías ha sido un hervidero de emoción, fe y fiesta, pero uno de los momentos cumbre ha llegado con la gran descarga de pólvora, una explosión y estruendo que ha hecho temblar las calles. Más de dos toneladas de fuego y pólvora cifran algo más que una tradición: simbolizan las mandas de un pueblo dispuesto a mantener vivo lo que ama, sin escatimar grandiosidad.
La afluencia de público ha batido todos los récords. Gente de Dalías, de la provincia de Almería, Andalucía e incluso de fuera, han llenado cada rincón. Las estimaciones apuntan a una asistencia que supera ampliamente las de años anteriores, reafirmando que estas fiestas se han convertido en cita imprescindible para miles de corazones.
El alcalde de Dalías, Francisco Lirola, ha destacado que “el cielo de Dalías se abrió y el suelo tembló. El Santísimo Cristo de la Luz, un año más, nos une y nos da fuerza para seguir engrandeciendo esta fe que ya no tiene barreras, llegando a todo el mundo”.
Asimismo, el regidor ha subrayado que las fiestas han transcurrido sin incidentes, “quiero agradecer de corazón a la Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil, servicios sanitarios, voluntarios y a todos los vecinos por su esfuerzo y compromiso. Gracias a ellos, Dalías ha brillado con toda su fuerza y hemos demostrado, una vez más, que la seguridad y el respeto son símbolo de nuestras fiestas”.
El éxito no solo se mide en números, sino en rostros. En miradas encendidas por la devoción, en manos alzadas al cielo, en retornos anunciados, en abrazos de quienes habían esperado un año entero para reencontrarse con el Cristo.
El cielo se abrió, el suelo tembló, y nuestros corazones… ellos también latieron más fuerte que nunca.



